25 de mayo de 2020

Pegatinas con firma y sin firma

En aquellos primeros años tras la muerte del dictador se produce una eclosión de lo político. Paralelamente a la militancia consciente que viene del franquismo, las ideas democráticas y de izquierdas recogen la simpatía y la adhesión de amplias capas de la población liberada de la garra fascista, en especial en los segmentos juveniles. El fenómeno trasciende y podríamos decir que se genera una moda, una de cuyas manifestaciones es el boom de la pegatina política. Hoy nos vamos a ocupar de un fenómeno curioso: una organización normalmente del ámbito de la izquierda revolucionaria editaba la misma pegatina con su firma y sin ella. Para empezar, hay que partir del hecho de que en aquellos momentos las pegatinas eran una fuente de ingresos para estos partidos. Las mesas que se ponían por cualquier esquina o plaza concurrida de las ciudades, ofrecían infinidad de productos: prensa, panfletos, pegatinas, llaveros, insignias, junto a algunos otros más variopintos.

Sin duda, los que más éxito tenían eran las pegatinas. Coloristas y llamativas, podían decorar carpetas o armarios y tenían un precio que, si bien estaba al alcance de todos los bolsillos, al mismo tiempo generaban unos ingresos significativos para quién los editaba y vendía. Pronto surgieron los coleccionistas de aquellos adhesivos, lo cual aumentó su demanda.

Pensamos que quizá editar la misma pegatina firmada y sin firmar podía deberse a un intento de aumentar la "salida" del producto hacia personas que estaban de acuerdo con su mensaje pero quizá no se sentían cercanas a una opción etiquetada de radical. Aquí mostramos un ejemplo, editado por el MC en La Rioja.




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