25 de mayo de 2020

Pegatinas con firma y sin firma

En aquellos primeros años tras la muerte del dictador se produce una eclosión de lo político. Paralelamente a la militancia consciente que viene del franquismo, las ideas democráticas y de izquierdas recogen la simpatía y la adhesión de amplias capas de la población liberada de la garra fascista, en especial en los segmentos juveniles. El fenómeno trasciende y podríamos decir que se genera una moda, una de cuyas manifestaciones es el boom de la pegatina política. Hoy nos vamos a ocupar de un fenómeno curioso: una organización normalmente del ámbito de la izquierda revolucionaria editaba la misma pegatina con su firma y sin ella. Para empezar, hay que partir del hecho de que en aquellos momentos las pegatinas eran una fuente de ingresos para estos partidos. Las mesas que se ponían por cualquier esquina o plaza concurrida de las ciudades, ofrecían infinidad de productos: prensa, panfletos, pegatinas, llaveros, insignias, junto a algunos otros más variopintos.

Sin duda, los que más éxito tenían eran las pegatinas. Coloristas y llamativas, podían decorar carpetas o armarios y tenían un precio que, si bien estaba al alcance de todos los bolsillos, al mismo tiempo generaban unos ingresos significativos para quién los editaba y vendía. Pronto surgieron los coleccionistas de aquellos adhesivos, lo cual aumentó su demanda.

Pensamos que quizá editar la misma pegatina firmada y sin firmar podía deberse a un intento de aumentar la "salida" del producto hacia personas que estaban de acuerdo con su mensaje pero quizá no se sentían cercanas a una opción etiquetada de radical. Aquí mostramos un ejemplo, editado por el MC en La Rioja.




18 de mayo de 2020

Recuerdos de la militancia en la Liga Comunista

A raíz de nuestro último post, un antiguo militante de la Liga Comunista nos ha ofrecido plasmar parte de sus experiencias en el grupo, especialmente de la última época. Desde Tiempos de Lucha y Esperanza agradecemos su aportación y estaremos encantados en recoger más testimonios como este, de militantes de cualquier organización de la izquierda revolucionaria.

Recuerdos de la militancia en la Liga comunista

Como militante de la Liga Comunista desde el año 1975 quisiera hacer unas aportaciones personales desde mi experiencia sobre la última etapa de la organización.  El Tercer Congreso de la Liga Comunista de septiembre de 1976 se cerró en falso. Juan Colomar (“Roberto”) fue apartado del Buró Político. Siempre había sido el ideólogo de la LC. Fue impulsor de la formación del grupo Comunismo a partir de la disolución del FOC en Cataluña, que luego daría lugar a la LCR, y allí creó el grupo “Encrucijada”, que daría lugar a la LC. En la LC ya algunos militantes, como el líder obrero José Borrrás, se habían ido a la LCR. Colomar era totalmente contrario a cualquier acercamiento con la LCR y los otros grupos de extrema izquierda. Fue el que teorizó que el PSOE sería hegemónico  en el “interregno” democrático entre el franquismo y la revolución. Que había que potenciar los sindicatos de clase como UGT y CNT y no CCOO, que era un movimiento sociopolítico al servicio del PCE. Aunque se aprobó esta moción en el Congreso, el Buró Político se formó por el sector más proclive a acercarse a la LCR. Juan Zurriarraín, secretario general, era uno de ellos. En este BP estaba también Jaume Roures. Quedó dividido entre la mayoría partidaría del acercamiento a LCR y la minoría liderada por Colomar. De hecho Colomar fue apartado, desde criterios formales, porque era totalmente caótico e iba siempre a su aire.

Lo que ocurrió es que Colomar fue abandonando el troskismo. Sus seguidores se desmarcaron de él y formaron la tendencia fracción troskista. Colomar, con algunos fieles de Barcelona, montó la Tendencia Marxista, que se basaba en las teorías de Cornelius Castoriadis, que criticaba no solo el troskismo sino también el leninismo.

En el IV Congreso ganó la confuencia con LCR. La fracción troskista se une a otros colectivos troskistas y expulsados del PSOE para montar el POSI (Partido  Obrero Socialista Internacionalista). Algunos se integran en el PSC y acabarán ocupando cargos relevantes, como Conseller de Treball en el Tripartit (Josep Maria Rañé) o teniente de alcalde de Terrassa (Josep Aran).

Respecto al grupo de Colomar, este siguió su trayectoria política participando en diferentes grupos, algunos en los que participaron líderes neofascistas como Ernest Milà. Finalmente montó el Partido Nacional Republicano. Su mano derecha, Antoni Ferández Teixidó (“Demián"), que después de pasar por la CNT acabó montando la CDS catalana (con otros antiguos militante de la TM) y acabó en CDC, donde llegaría a Conseller de Treball.

La Liga Comunista fue un grupo izquierdista, en el sentido que apuntó Lenin de “la enfermedad infantil del comunismo”. Un grupo muy minoritario que tenía militantes en Barcelona, Pamplona, Bilbao y Madrid, básicamente. Su composición era poco obrera (algunos habían) muy estudiantil (la mayoría procedentes de la pequeña burguesía). En el País Vasco algunos procedían de ETA. El fundador, Juan Colomar, procedía de la dirección del F.O.C. (F.L.P. en Cataluña). Pero de joven había sido dirigente falangismo. Un personaje muy magnético y con una gran capacidad teórica, sin ambiciones políticas pero apasionado por lo político.

De mi experiencia puedo decir que aunque era un grupo marginal, muy dogmático y sectario, fue para mi una escuela de formación política y aunque quizás éramos  mayoritariamente jóvenes que jugábamos a la político lo cierto es que nos la jugábamos. Muchos acabaron detenidos, torturados y encarcelados por un ideal.

 Luis Roca Jusmet    lroca13@gmail.com




10 de mayo de 2020

III Congreso de la Liga Comunista

En septiembre de 1976 se celebra en una ermita abandonada de la Plana de Vic el III congreso de la Liga Comunista. Pretendía ser un golpe de timón en un momento decisivo del curso de los acontecimientos tras la muerte del dictador, siendo el objetivo transformarse en una organización masiva, compacta y visible, con especial incidencia en la clase obrera. En línea con lo que ya habían hecho algunas otras organizaciones de la izquierda revolucionaria, se decidió que algunos dirigentes empezaran a actuar abiertamente y así a los pocos días trascendió a la prensa la figura del secretario político del Comité Ejecutivo, Juan Zuriarrain. 

Algunas otras medidas concretas que se tomaron fueron una nueva política sindical (que conduciría al abandono de Comisiones Obreras y a la integración en UGT, decisión no ajena a la polémica) y la constitución de una organización juvenil: la Liga de la Juventud Comunista. Sin duda, fue un acierto este última acuerdo, dado que en los primeros meses de 1977 la LJC se desarrolló considerablemente, consiguiendo organizar a varios miles de jóvenes.

Dentro de la campaña de extensión del partido tras el congreso, se editaron varias decenas miles de bonos de 100 pesetas. Aquí os mostramos el anverso y el reverso de uno de esos bonos.